lunes, 14 de noviembre de 2011

Megalex nº 1 a 3








Guión: Alejandro Jodorowsky
Dibujo: Fred Beltran






Para que os hagáis una idea rápida sobre de qué va Megalex, basta con que toméis como referencia alguna situación actual, como por ejemplo el consumo de drogas, la vejez, la falta de respeto al medio ambiente, la natalidad, los problemas entre diferentes razas, etc. Lo que sea, y lo exageréis i frivolicéis al máximo. La situación resultante, con un poco de imaginación, seguramente tendría cabida dentro del universo que nos propone Jodorowsky con Megalex. Dicho así, parecería que estamos hablando de una obra crítica con la sociedad actual, y creo que efectivamente lo es, aunque tan surrealista y desmadrada, que consigue arrancarnos antes una sonrisa que una reflexión.

La historia relata cómo un planeta-ciudad llamado Megalex, en donde hasta el más nimio detalle está programado, y en donde no hay lugar para la improvisación, el azar o los sentimientos, sucumbe a causa de su misma naturaleza perfecta. Tal y como veremos en diciembre con In Time, los habitantes de Megalex disponen de un contador de vida, y desde el momento en el que son concebidos hasta el día de su muerte, no hay situación que no esté estrictamente planeada y controlada. Tan poco cuenta de echo su propia personalidad, ambiciones o deseos, que muchos no ven la muerte como algo horrible, sino como una liberación.

Todo lo que no es perfecto, regular, predecible y preprogramado, no tiene cabida en Megalex, y es inmediatamente eliminado. Las relaciones humanas, el libre albedrío, y en definitiva cualquier característica propia de la esencia del ser humano, ha sido erradicada y prohibida. La humanidad nace en incubadoras bio-mecánicas, vive con la prohibición de trabajar o relacionarse físicamente, y pasa el tiempo anclada a entretenimientos virtuales y a dosis de SDV, una droga que deben pincharse obligadamente y que los mantiene en un embobado éxtasis de manera permanente.

Si algo hay que reconocerle a Jodorowsky, es la ingente cantidad de imaginación que vierte en las páginas de este cómic. Situaciones, artefactos, reacciones, todo es original y novedoso en Megalex. La mayoría de las escenas relatadas sorprenden, y facilitan sobremanera la inmersión en este mundo futurista tan extraño, pero con un regusto familiar. No obstante, los dos primeros cómics no pasan de ser un encadenado de situaciones curiosas, demasiado soso como para enganchar si dejamos de lado el repertorio de excentricidades. El último tomo añade un poco de carne al asador, pero sin pasarse, y aunque es el que goza de un poco más de ritmo, termina de sopetón sin acabar de llegar a ningún lado. La trama general es de lo más típica, y aunque está adornada y maquillada por los bizarros personajes, bien es verdad que todos son arquetipos muy usados y hasta cierto punto predecibles. Además, ese rollo de la consciencia cósmica y el destino, y las profecías, y lo que está escrito y bla, bla,bla, cada vez me provoca más desinterés.

Fred Beltran tiene ese típico dibujo de álbum europeo, que no sé porqué siempre he asociado a historias futuristas extrañas, repletas de mundos y personajes raros. Con un trazo limpio, que puede llegar a ser espectacular en lo que a estructuras se refiere, pero que adolece de falta de dinamismo en las escenas de acción. Lo que menos me gustó fueron las texturas digitales que sirven para pintar la mayoría de objetos, demasiado evidentes para mi gusto. Ah, por si alguien no se había dado cuenta, la mayoría de las feminas de Megalex seguramente sufrirán de dolores de espalda. Ahí lo dejo.

El formato, por cierto, es espectacular. Estamos hablando de tres tomos a todo color de 24x32 cms, con tapa dura por 18 euros. Teniendo en cuenta que el valor de cada tomo oscilaba entre los 11 y 16 euros, ahora quizá sí que vale la pena comprarlo. Los que pagaron los tomos por separado, quizá pudieron sentirse decepcionados, sobre todo teniendo en cuenta que no estamos ante una obra maestra, ni mucho menos.

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